Francisco Luque Palma

Su estilo escultórico se basa en un concepto ideal de la belleza humana en el que las formas se plasman a través de un peculiar concepto del volumen y del espacio. Su obra suele versar sobre el desnudo o la figura femenina. Sus Venus son poco estilizadas y exuberantes. Se aprecian en sus obras proporciones desmesuradas y rotundas que el artista modela imprimiéndoles un sello propio que denota un espíritu rebosante de humanidad. Según algunos críticos, ese estilo propio se inspira en las nuevas corrientes de una estética poco relacionada con los modelos clásicos o academicistas. Claramente influenciado por el trabajo pictórico de Peter Paul Rubens, sus esculturas representan mujeres exuberantes, rebosantes de sensualidad y carnalidad, en las que la calidez se transmite a través de la forma. La desproporción existente en sus figuras humanas, alejada de los cánones de belleza convencional, le aproxima a su vez a un boterismo lleno de ternura y serenidad. La pincelada cerrada, con figuras y contornos más definidos, que caracteriza el trabajo de Fernando Botero se convierte en las esculturas de Francisco Luque en suavidad de formas y curvas alabeadas, que encierran en sí mismas el espíritu femenino, motivo principal de la obra del autor.

Estas son algunas de las críticas que ha recibido su obra:

Mujeres gordas de mirada seductora, de cabeza pequeña y piernas agigantadas, nos revelan un particular concepto de belleza protagonizado por la rítmica ondulación de unos cuerpos voluptuosos. En todas ellas, la piel se convierte en el terreno de la aventura, espacio sensualmente pulimentado que colabora o se opone con las superficies rugosas de los vestidos.

El Punto de las Artes


Cuando contemplamos la opulenta plasticidad de estas hermosas formas femeninas de Francisco Luque, ante todo percibimos una íntima irradiación de sosiego, una especie de secreta fuerza tranquila, la impresión de una cálida onda de plenitud en reposo. Todo en ellas es evidente, tangible, constatable por la mano o el ojo que se demoran y muy sensualmente se recrean en estos magnos desnudos gloriosamente naturales y, por supuesto, sin conciencia de culpa.

Carlos Clementson


En cuanto a las características formales, se aprecian proporciones desmesuradas, exuberantes y rotundas que el artista modela imprimiéndole un sello propio que denota un espíritu rebosante de humanidad.

Inmaculada Gómez Ortiz


El escultor Francisco Luque modela en el barro con sinceridad y maestría su apasionado mensaje plástico. Arte el suyo basado en un concepto ideal de la belleza humana a través de las formas por él concebidas que bien pudiera calificarse de distorsión poética de lo cotidiano tras el feliz hallazgo de esa línea precisa para alcanzar la justa proporción de su “regla de oro”. Peculiar concepto del volumen y del espacio que en esta su más reciente serie de terracotas patinadas llevan la impronta del gran estilo de nuestra mejor escultura figurativa actual. Estilo propio inspirado en las nuevas corrientes de una estética que nada tiene que ver con otros modelos más o menos clásicos o academicistas aunque el arte sea eterno y en su evolución constante nos sigamos preguntando si puede existir algo más bello que la superficie sinuosa de una rodilla femenina, la armonía de una pierna o el espacio inefable que delicadamente insinúa el torneado vacío de una cadera. . . Morosa recreación en el desnudo o la figura, viva en las múltiples formas que Francisco Luque realiza sobre la arcilla y que gracias a su sensibilidad exquisita nos ofrece a través de su arte como un canto de .vida a la belleza plena. Belleza lograda en sus actuales y estilizadas Venus, exuberantes, misteriosamente atractivas, cuya contemplación nos produce la más indescriptible sensación de ataraxia y admiración por su obra.

Mario López, de la Real Academia de Córdoba