LOS GUARDAS RURALES DE SANTAELLA
EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

Un artículo de Juan Delgado para la Revista de Feria de 2017

La primera mención en la Historia moderna de España de guardas específicamente dedicados al campo sucede en tiempos de Fernando VI, rey ahora poco conocido, que ocupó el trono desde 1746 a 1759, entre los reinados de Felipe V y Carlos III. Dentro de las reformas proyectadas en ese tiempo por el Marqués de la Ensenada, una ordenanza de 1748 creó el Cuerpo de Guardas de Campo y Monte, destinado "a denunciar a los taladores, causantes de incendios e introductores de ganados en los plantíos, procurándose de que dichos guardas fueren hombres de buena opinión, fama y costumbre".

Nada cambió hasta un siglo después, en tiempos de Isabel II, cuando en el número 5.581 de la Gaceta de Madrid –que pasó a llamarse Gaceta de la República en 1936, y Boletín Oficial del Estado en 1939? de 10 de noviembre de 1849 se publica el "Reglamento para los guardas municipales y particulares del campo de todos los pueblos del reino", que son reconocidos como Agentes de la Autoridad, distintos de los guardas municipales y los guardas de campo no jurados que eran simples trabajadores particulares. En 1876 quedan bajo la dirección de la Guardia Civil y pasan a llamarse Guardas Jurados. Debían ser hombres de constitución robusta, sin defecto físico limitante, que supieran leer y escribir en lo posible, que gozasen de buena opinión y fama, que nunca hubiesen sido condenados por delito alguno y que no hubieran sido despedidos como guardas municipales ni desposeídos previamente del cargo de guarda jurado por alguna infracción disciplinaria de su trabajo. Tenían reputación de hombres buenos que terciaban en pleitos y discusiones. Accedían al cargo jurando proteger lealmente los intereses puestos bajo su cuidado. Tal estado de cosas persistió hasta 1936.

Terminada la guerra civil, siendo alcalde de Santaella el veterinario Francisco Delgado, contrató el Ayuntamiento por su cuenta a dos guardas jurados: Antonio Montilla Martínez y Ramón Cid, con el fin de vigilar las fincas del término municipal. Cuando en 1945 se crea la Hermandad Sindical Mixta de Labradores y Ganaderos de Santaella, los guardas pasan a depender de este sindicato y su número crece hasta un máximo de doce.

Estos fueron los catorce guardas que sucesivamente tuvo Santaella:

Antonio Montilla Martínez
Antonio Estévez de Diego
Bartolomé Nieto Mata
Diego Cid Pintor
Fernando Estévez de Diego
Francisco Roldán Llamas
Gonzalo Martínez Molina
José Bascón Gómez
Juan Manuel Sarciat
Juan Rivilla Ortiz
Juan Manuel Montoya Sarciat
Luis Alcaraz Muela
Pedro Carmona Merino
Ramón Cid

El primer jefe de guardas fue Juan Manuel Sarciat.

Conozco bastantes de estos detalles de primera mano, pues mi suegro fue José Bascón Gómez, al que muchos en el pueblo conocieron como “José el Guarda”. Su madre y él mismo como zagalillo desde los 9 años trabajaron en casa de Sebastián Moyano; quizá por eso, cuando éste se convirtió en el primer Jefe de la Hermandad Sindical Mixta de Santaella, aconsejó a José que se presentara a la oposición para guardas jurados. La superó y accedió al cargo por título dado el 30 de mayo de 1945, a la edad de 30 años.

El trabajo de los guardas se podía hacer a pie, pero los que disponían de montura propia cobraban un extra, pues podían enviarlos a vigilar zonas más lejanas. Hacían la ronda a caballo: Antonio Montilla, Francisco Roldan, Juan Manuel Montoya y José Bascón. Los guardias debían justificar el recorrido, por lo que solicitaban la firma del encargado o de algún trabajador de las fincas por las que pasaban. Además de la vigilancia del campo, durante los años 50 del siglo pasado realizaron la ronda nocturna por el pueblo.

Los sueldos se cubrían con las aportaciones de los agricultores y ganaderos, y eran muy bajos. En 1957, mi suegro cobraba 15 pesetas diarias. En los años siguientes, algunos de los guardas emigraron en busca de mejor empleo o se hicieron colonos. Cuando Juan Manuel Sarciat marchó a Madrid, Antonio Montilla pasó a ser el jefe de los guardas rurales. A finales de los años 60 del siglo XX sólo quedaban tres: el citado Antonio Montilla Martínez, José Bascón Gómez y Juan Manuel Montoya Sarciat.

Colgada en la pared de la que fue su casa, todavía conservamos el arma reglamentaria de José Bascón, que él recuperó en subasta por 8.000 pesetas en 1989, nueve años después de jubilarse. Es una carabina de 9 mm largo, de marca Destroyer, que sólo tuvo que usar en dos ocasiones. Una, para matar una vaquilla brava, en 1950. Se había escapado de la plaza, donde se celebraba una corrida en la que toreaban Rafael Ruiz “Rafalito del Horno”, Pedro Merino “el Grande” y un forastero. La encontró en el cortijo Saornil y la abatió de un disparo. La segunda, tiempo después, para matar una avutarda. Regresó al pueblo con el pájaro cargado en el caballo, tan grande que casi le arrastraba el pico. Eran años de escasez todavía; al verla, todo el mundo se alegró mucho, las mujeres la desplumaron y despiezaron en el huerto de Pistolas (donde estuvo el primer Hogar del Jubilado) y la carne se repartió entre los vecinos y el comedor escolar.

El uniforme era el que puede verse en las fotos, el de guarda jurado desde el siglo XIX con algunas modificaciones, similar al que usan todavía los guardas del Parque de El Retiro de Madrid. Blusa y pantalón grises, sombrero cordobés del mismo color con una banda más oscura y escarapela en el lado izquierdo con una cinta de color rosa fuerte. Botonadura plateada y, en la solapa, una insignia también plateada con las letras GR (Guardia Rural). Botas camperas y, sobre una correa de cuero en bandolera, la placa del Cuerpo con el escudo nacional de la época y la leyenda: Hermandad Sindical Mixta Santaella – Policía Rural. Completaba el equipo una trompetilla de latón con la que avisaba de su presencia y podía pedir ayuda a los compañeros si fuere necesario. Vallecita Sarciat “la Cimborria” fue siempre la costurera de la Hermandad.

Los guardas eran expertos conocedores de los campos de Santaella. Los recorrí a menudo con mi suegro, que se sabía al detalle las 49.000 fanegas del término municipal (1 fanega = 6.121 m2). Los nombres de las fincas y sus extensiones, lindes y propietarios; las vías pecuarias y su clasificación según la anchura. «Esto es una cañada aunque no lo parezca –me explicaba José, señalando el camino? y ha de tener 75 metros y 22 centímetros de ancho, pero como ahora casi no pasa ganado ni hay trashumantes, uno siembra allí, otro allá… y al final queda solo un paso de pocos metros. Eso no es cosa mía. Pero si alguien denuncia que el ganado se ha comido lo que él sembró, he de mirar que no sea lo sembrado en el terreno de la cañada, porque eso no es suyo, sino de realengo, y el ganado puede comerlo». Igualmente conocía los cordeles, veredas y coladas, con sus respectivas anchuras (37´61, 20´89 y menores de 20 metros respectivamente), y abrevaderos y descansaderos, que también iban desapareciendo por falta de uso.

La Hermandad Sindical se extinguió en 1978, cuando se convirtió en Cámara Agraria, primero dependiente del Ministerio de Agricultura y después de la Consejería correspondiente de la Junta de Andalucía, lo que trajo importantes cambios. Antonio Montilla se jubiló en julio de 1979. A partir de 1980, los dos guardas aún presentes dejaron de vigilar los campos, siendo asignados a trabajos administrativos. Además, pasaron del Régimen Agrario al Régimen General de la Seguridad Social, más ventajoso; pero a mi suegro el cambio sólo le afectó por tres meses, pues se jubiló en abril de ese mismo año. El último guarda jurado de Santaella fue Juan Manuel Montoya Sarciat, retirado en mayo de 1988.

Mi agradecimiento para Antonio Montilla Urbano, hijo de Antonio Montilla Martínez, que me ha facilitado valiosa información sobre este tema.

Feliz Feria 2017 a todos.

Juan Delgado Ramírez
amigosdesantaella.com