Homenaje al
AUSENTE DEL AÑO 2011
Dª Cándida Arroyo del Moral y Dª Gloria Arroyo del Moral

PRESENTACIÓN:

Señor Alcalde o representante del Excelentísimo Ayuntamiento, señores Presidentes y miembros de las directivas de la Hermandad de Hijos Ausentes de Santaella y del Grupo de María Santísima de la Soledad, hermanos y amigos. Voy a intentar, como buenamente pueda, una cosa que me está resultando muy complicada porque me toca demasiado la fibra sensible. Que sea lo que Dios quiera.

Queridos paisanos:

De nuevo nos encontramos en este ya tradicional y entrañable acto de Martes Santo, donde cada año se reconoce y agradece a un hijo de Santaella la devoción y amor que siente por su pueblo, a pesar de que los avatares de la vida lo llevaran a vivir a otros lugares, y a quien nosotros, los santaellanos, llamamos de una manera cariñosa y un tanto particular “ausente”.

Este año el reconocimiento se hace por partida doble. Habéis elegido, y creo que con muy buen criterio, —comprenderéis que en esto no pueda ser del todo objetiva— a dos mujeres que son ejemplo de muchas cosas buenas y meritorias pero, por encima de todas ellas, está su fe inquebrantable en Dios y el amor a su pueblo.

Dice un viejo refrán: “A quien Dios no le da hijos, el demonio le da sobrinos”. En este caso no solo les ha dado sobrinos, también les ha dado sobrinos políticos, padres, hermanos, cuñados, sobrinos nietos, tíos, primos, parientes, amigos, paisanos, alumnos… En resumen, les ha dado prójimo. Y para ellas, el amor y la ayuda a los que las rodean es lo primero, lo que pasa es que eso no tiene nada que ver con el diablo sino con los Mandamientos de la Ley de Dios que, como todos sabemos, se encierran en dos y son: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Esto, tan sencillo y tan difícil a la vez, es lo que define por encima de todo a las mujeres que hoy homenajeamos y que me llena de orgullo decir que son mis queridísimas tías, bueno, nuestras queridísimas tías, en esto de quererlas todos los primos estamos de acuerdo y por ellas daríamos la vida y, aun así, no podríamos pagar ni una pequeña parte de lo que ellas nos han dado. Casi todo lo que somos y gran parte de cómo somos se lo debemos a ellas. Han sido un ejemplo a seguir para todos nosotros y el faro que nos ha guiado y nos ha ayudado a llegar a buen puerto.

La verdad que no sé por dónde empezar porque ellas son como los Reyes Católicos, tanto monta, monta tanto la una como la otra, pero como la veteranía es un grado empezaremos por la de más edad:

Cándida Arroyo del Moral viene al mundo un 19 de agosto en Santaella. Sus padres, Pepe Arroyo y Vallecita, esperaban un niño y no habían pensado cómo llamarla en caso de que fuera niña, así que se produce una pequeña confusión y el nombre, tan conocido por todos nosotros, de Cándida es en realidad Mª del Valle, pero ella es tan “grande y especial” que ha podido con los dos, y lo mismo se ha sentido identificada con uno que con otro, incluso se deja felicitar el día de ambos santos y jamás ha tenido una crisis de identidad.

Desde pequeña tiene un clarísimo afán por aprender y saber; su mente observadora, su espíritu de superación, su ideal de perfección y su autodisciplina la llevan a convertirse en una verdadera artista en todos los quehaceres que emprende. Lo mismo utilizaba las herramientas de la carpintería de su padre y se hacía una cartera de madera para ir al colegio, que fabricaba un armario digno del mejor ebanista, que pintaba a las mozas casaderas los dibujos en las sábanas y mantelerías que bordaban para sus ajuares, que se arreglaba unos zapatos o se hacía un vestido o pintaba un cuadro con los viejos pinceles usados que le regaló su abuela Catalina, que ya intuía algo de su vena artística. Incluso se atreve con la jardinería y crea un pequeño jardín en un trocito de lo que llamaban “la Viña” y hoy es parte del taller de la calle Asensio López y, según cuentan los que lo vieron, llegó a ser uno de los jardines más hermosos de cuantos hubo en el pueblo. Y es que todo lo que tocan sus manos se convierte en belleza y arte.

En fin, todo lo que se proponía era y sigue siendo capaz de hacerlo. Su lema —dicho sea de paso, digno de imitar por todos—: “Si otro lo hace, yo también soy capaz de hacerlo” le ha llevado a tener una vida tan intensa, ocupada y creativa que jamás lo tiene todo hecho, siempre tiene cosas pendientes de hacer y con suma perfección; porque otro de los lemas de su vida es: “La perfección conduce a Dios” y hacia Él va dirigido su camino, a toda marcha y desde que nació.

(Tita, me voy a permitir un pequeño comentario que creo que ya te he hecho en alguna otra ocasión y es que tienes que ir preparada para cuando, en la otra vida, tengas que dar cuentas de tus muchos talentos porque son tantos y tan magníficos que la vista de tu juicio será interminable).

Su maestra fue doña Valle Piñas que, además de transmitirle su saber, le contagia otra de sus grandes pasiones: la enseñanza. Todo su afán era transmitir los conocimientos que adquiría para ayudar a los demás. Como anécdota contaré que desde pequeña, cuando el Arenal era solo eso que su propio nombre indica y era utilizado como parque de juegos por la chiquillería, ella, en la galería de la casa de sus padres, plantaba una mesa y se dedicaba a enseñar a leer, a escribir y a defenderse con los números a muchos de estos críos que andaban más bien escasillos de conocimientos porque aquellos eran tiempos difíciles.

Su vida transcurre en su querido pueblo, entregada a sus grandes pasiones y a sus múltiples actividades, siempre al servicio de la Iglesia y de los demás:. Lo mismo ayuda a doña Valle, doña Rosario, doña Dolores o a doña María Teresa en su labor docente, que da catequesis, que hace teatros o tómbolas para recaudar fondos tanto para las bancas de nuestra Parroquia como para la construcción de la Iglesia de la Guijarrosa o para los más necesitados, que enseña bailes regionales o que ayuda a Victoria Fernández como camarera de nuestra Virgen del Valle. Tampoco podemos olvidar su incansable labor con las Hijas de María y la Acción Católica. Sus ocupaciones no tenían límite.

Pero una idea le ronda la cabeza: ella quiere estudiar. En esa época no es costumbre que las mujeres lo hagan. Todavía hoy en día, en el siglo XXI, hay cosas que por costumbre, leyes, prejuicios, o más bien por ignorancia, a las mujeres nos siguen estando vedadas, pero eso ya hace tiempo que no nos inquieta ni nos ofende, solo nos produce risa y desdén, porque como dice el refrán:” No ofende el que quiere, sino el que puede”.

Mujeres…, ¿estáis de acuerdo conmigo?

Solo ha sido un pequeño inciso, volvamos a retomar el tema.

Estábamos en que Cándida Arroyo quería a todo trance estudiar y, aunque tarde y salvando algunas resistencias y dificultades, con mucha voluntad y valor se lo propone y lo hace, y lo hace de una manera brillante (como todo lo suyo). En solo dos años cursa el bachillerato y en un tiempo récord se hace maestra. Los estudios los hace por libre, preparándose ella sola y con medios muy precarios, pero en esos tiempos no había para más, solo al final de la carrera va a Córdoba a terminar Magisterio y consigue uno de sus sueños: dedicar su vida a la enseñanza, a la formación integral de personas a la luz de los valores cristianos. Unido a ello va algo tan esencial e importante como la libertad y autonomía que lleva consigo la independencia económica, cosa que en aquella época era algo extraño y desconocido para las mujeres y que a parte de la sociedad le daba hasta miedo, (una mujer sola, trabajando, y gobernando su vida, todavía produce a algunos desazón ).

Y llega el momento de marchar a vivir y trabajar fuera, pero dentro de su alma y de su corazón está Santaella, su pueblo, sus paisanos, su Virgen del Valle a la que ha querido y cuidado siempre con mimo y esmero, y es ahora como “ausente” cuando más claro tiene que ella es un trozo de su tierra, y se hace “presente perpetua”. La entrega y plena disposición, durante tantos años, para con la Hermandad de Hijos Ausentes de la Virgen del Valle es de todos conocida, aún en la actualidad sigue siendo vocal y miembro activo, así como fiel camarera. Cuida de una manera especial todo lo que se refiere a nuestra patrona y su ermita, algunos mantos y sayas han sido hechos por ella y otros con la ayuda de personas, al igual que ella, desinteresadas y amantes de su pueblo y de su Virgen.

Esto no tendría fin, pero tenemos que concluir de alguna manera no sin antes, y aunque sea de pasada, hacer mención a sus cuadros que, no solo reflejan la perfección de sus trazos en cada detalle, sino que cuando pinta esos bellos rincones de nuestro pueblo (esas capillas, torres, callejas, plazas, fuentes, sendillas, Valles…y hasta el mismísimo cielo) el dibujo cobra vida y transmiten el sentimiento de amor y pertenencia que la ha identificado siempre con su patria chica.

Resumiendo, puede decirse que Cándida Arroyo es, ha sido y será por siempre: Iglesia, Valle, comunión y consuelo a los enfermos, Amarrado, estandartes y escudos de Semana Santa, es ropa de Reyes Magos y Vírgenes, terno, casullas, altar de San José, Virgen de los Desamparados, cirio pascual, catequesis de primera comunión…y, en definitiva, esencia y alma de su pueblo, ella es parte misma de Santaella. (Y yo personalmente la adoro, bueno, creo que estos me pegan si no digo que todos la adoramos).

Pasemos ahora a hacer una breve semblanza de la otra homenajeada:

Gloria es la más pequeña de los seis hermanos Arroyo del Moral, nace un 24 de abril y, sin lugar a dudas, con el nombre puesto porque ese día era nada menos que Sábado de Gloria. Sus padres habían pensado ponerle Carmen por una prima de mi abuela y el resultado, al igual que con su hermana, también fue algo confuso porque aquí solo fue Gloria y fuera fue Carmen Gloria pero, que sepamos, tampoco ha tenido ninguna crisis de identidad ni nada parecido.

Nació más bien tardíamente, cuando sus padres, que en aquella época se consideraban ya un poco mayores, no creían que después de por lo menos 10 años de haber tenido el último, fueran a tener más hijos. Y claro, fue una sorpresa muy grata y una niña muy querida por toda la familia que, al tener tantas hermanas mayores, no tuvo una sino varias madres, en especial su hermana Antoñita que se volcó de una manera especial en su cuidado. El cariño y dedicación recibidos desde pequeña por todos los suyos ha sido, y sigue siendo, devueltos por ella multiplicados por diez mil y todas sus fuerzas y su vida entera ha sido ofrecida a los demás, lo mismo a sus padres que a sus hermanos, sobrinos, familiares, amigos y, en general, a cualquiera que lo necesite. Nadie sabe cómo se entera donde hace falta ayuda y sigilosamente, sin que se note, de repente está ahí a tu lado, su apoyo siempre es seguro, incondicional y desinteresado.

Desde que nace fue una niña cariñosa y callada, dulce, buena y aplicada, que en vez de una familia tenía dos porque compartía la de su amiga Mari Cabello. En casa de mi tía Dolores “la Jarabita” era una más y allí se pasaba las horas, se le iba el santo al cielo y, por llegar tarde a su casa, se ganó más de una regañina, pero al día siguiente ya se le había olvidado y otra vez volvía a lo mismo, según me cuentan, nunca pudieron quitarle esa costumbre.

Junto a sus amigas de siempre, Mari Cabello, Teresa Estévez, Alicia… y otras transcurre su niñez. Eran tiempos de escasez y necesidad, y ya desde entonces algunos de sus juegos iban encaminados a recaudar algún” dinerillo”, ya fuera para los más necesitados, para la construcción de la Iglesia de la Guijarrosa o para algún otro proyecto en el que el pueblo estuviera empeñado. Para ello, montaba, en el salón de su casa, una particular sala de cine (con una pequeña máquina verde que le habían regalado) y cobraba las entradas a una perra gorda, o sea a 10 céntimos pero de las antiguas y añoradas pesetas. No creáis que el público era demasiado abundante…, una gorda era una pequeña fortuna en aquel entonces.

Su maestra fue Doña Mª Teresa (para nosotros tita “Maruja”) que, por amistad y confianza con la familia, desde que llegó al pueblo se tomó su educación como una tarea tenaz e implacable. Ese estímulo, junto con el de su familia, (que ya desde que su hermana Cándida cogiera ese camino, lo tenía muy claro), y su esfuerzo personal, su sacrificio y perseverancia, le sirvieron para tener el privilegio de llegar a ser la primera mujer, nacida en Santaella, en obtener un título universitario, y nosotros sus sobrinos y nuestros descendientes, tuvimos otro modelo y otro referente más para marcarnos una meta y seguir su ejemplo.

Pero volvamos a la adolescencia. Gloria, tiene que empezar el bachillerato y Don Rafael Amaya (a quien ella guarda un gran cariño y admiración), la acoge junto a sus hijos, Gracia y Manolo, y se ocupa de ese menester, logrando, con sus enseñanzas y dedicación, que los tres alumnos superen los conocimientos exigidos en unos duros exámenes libres que realizaban en Cabra y que incluso a Gloria les supusieron no poder asistir a la boda de su hermana Catalina. (En mi familia el deber es sagrado).

Otros profesores que le transmiten sus conocimientos y que, junto a Don Rafael Amaya, le ayudan en su camino hasta llegar a la Universidad son: Don Andrés Arroyo, Don Juan Cabello y Don Antonio Rivilla, (todos ilustres y queridos hijos de Santaella). Este último le enseña latín y en ella despierta la pasión que luego la llevaría a licenciarse en Lenguas Clásicas (Latín y Griego).

Después de hacer PREU en Osuna junto a Carmen Cabello, emprende sola su marcha a Madrid con la maleta de madera que con todo el cariño del mundo le hace su padre. Aquellos son años de duro trabajo, de estudio, de nuevas amistades (que por cierto aún conserva, cosa que dice mucho de la fidelidad de su carácter), de presupuestos ajustados y privaciones, de cultura a raudales, de una forma de vivir nueva y distinta a la de su pueblo, pero su fuerza interior no cambia, la profunda e inquebrantable fe en Dios y el amor a su familia y a su tierra persisten y se mantienen en esos años de la misma manera que ahora y siempre seguirán.

Cuando vuelve, lo hace como licenciada en Filosofía y Letras en la especialidad de Lenguas Clásicas y para tomar posesión del cargo de Directora del Centro Libre Adoptado de Santaella. Tiene el orgullo y la enorme responsabilidad de que su primer trabajo es en su queridísimo pueblo, se entrega por entero a él y se propone enseñarnos (ardua tarea la de enseñar) Historia, Literatura y hasta Latín… Y como eso lo vivimos muchos de los que estamos aquí, entre otros, yo misma, puedo afirmar y afirmo que aprendimos, vaya si aprendimos, y hasta latín…. (Que se lo pregunten a muchísimos de mi generación que fuimos alumnos suyos). Su dedo dirigido a cada uno de nosotros, muchas veces cada día, y muchos días a lo largo de cada curso, preguntándonos por el nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo y ablativo de cualquiera de las 5 declinaciones o por algún tiempo del verbo amo o del verbo sum, o por alguna traducción de la Guerra de las Gálias de Julio César o incluso por traducciones del nudo Gordiano o los Discursos de Catilina, ¡¡menudo nivel teníamos!!...nos hicieron esforzarnos y en una palabra aprender, ella fue una buena profesora y nosotros tampoco fuimos malos alumnos. Nunca se me ha ocurrido preguntarle, pero con tantos años como le ha dedicado a la enseñanza, se los ha tenido que encontrar peores. Además por ser los primeros y de su pueblo, seguro que ocupamos un lugar especial en su corazón.

Tampoco se nos olvida, a los que tuvimos la suerte der sus alumnos, que con ella, y otros de nuestros profesores, pisamos suelo extranjero por primera vez, fuimos solo a Portugal, pero para unos niños de pueblo, y en los años sesenta, supuso todo un acontecimiento. Yo creo que para entonces, Gloria ya había empezado a sentir esa pasión fervorosa por viajar que la ha llevado y la sigue llevando a conocer más de medio mundo.

Después de esta provechosa experiencia no quiere quedarse ahí, su afán de superación la devuelve a Madrid y otra vez en la Universidad hace su Tesina y amplia conocimientos. Más tarde, su trabajo la lleva a Sevilla, donde obtiene la Cátedra y es allí donde transcurre toda su larga y fructífera labor docente, muchas generaciones de sevillanos le deben a ella su acercamiento a la importante y fundamental cultura clásica.

A lo largo de todos estos años que pasa en Sevilla, su vínculo con Santaella, no solo no se pierde, sino que se refuerza día a día. Los fines de semana y las vacaciones (salvo los paréntesis de sus apasionados y numerosos viajes) son para su pueblo. De siempre ha colaborado con las Hermandades de la Virgen del Valle y todos conocemos la cantidad de años que lleva vinculada a las catequesis de confirmación, llueva o ventee ella no falla, jamás le habrá oído nadie una queja por nada, ni siquiera porque un día no se presente nadie y el viaje haya sido en balde. Muchos de vosotros la conocéis en esta faceta porque habéis recibido ese sacramento con su colaboración y ayuda.

Toda labor que ejerce es siempre desinteresada y callada. Prudente, humilde y discreta como ella sola, de una generosidad poco común, ya que a los demás, no solo es capaz de dedicar los bienes materiales, sino que cede, sin condiciones, el bien más preciado y escaso del género humano que es el tiempo. No sabemos cómo lo hace pero ella siempre está ahí. Que se lo pregunten a su hermana Cándida por la que vela día y noche, trae y lleva donde necesite y proporciona el avituallamiento tanto de la casa de Sevilla como la de aquí, todo lo tiene siempre organizado y previsto. O que nos pregunten a cualquiera de nosotros y ya vamos unas pocas de generaciones. (Por todo esto y por muchísimas cosas más, a ti, personalmente, también te adoro, y estoy segura que mis primos también).

No es fácil terminar, las dos tienen méritos para poder escribir un libro sobre cada una, me dejo atrás cantidad de cosas dignas de resaltar, pero las conozco perfectamente y estoy segura que ellas piensan que ya me he pasado, tanto como a algunos les gusta destacar, a ellas les gusta pasar inadvertidas; jamás nada de lo que han hecho ha sido para que se lo reconozcan pero todos nosotros nos sentimos muy orgullosos (mi querido hermano Pepe se hubiera sentido igualmente orgulloso y contento y su espíritu esta aquí vivo en el corazón de todos nosotros) y os doy las gracias en nombre de la familia por haberlas nombrado “ausentes” del año, también os doy la más sincera enhorabuena porque creo que vuestra elección no ha podido ser más atinada.

Solo me queda hacer una mención muy especial a mis abuelos José Arroyo del Moral y Valle del Moral Palma, padres de estas dos grandes mujeres, porque con su educación, su fe y su ejemplo de vida, seguro que algo tuvieron que ver en este resultado.

Un cariñoso y agradecido saludo para todos y para mis tías, un abrazo y una recomendación: seguid siendo como sois y permaneced con nosotros por siempre jamás.

Mª Victoria Arroyo Jaraba

Santaella, 3 de abril de 2012


AGRADECIMIENTO:

Excmo. Ayuntamiento, Hermanos Ausentes de la Stma. Virgen del Valle, ¡a la que quiero, ¿cómo no?, con toda mi alma!, Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno en la cual se incluye el Grupo de Mª Stma. de la Soledad, en cuya sede estamos, imagen que para mí tiene un valor especial, pues desde casi adolescente la vestí, también mucho tiempo la cuidé, diseñé su escudo, bordé su estandarte y la amé más aún porque mi hermano y mi sobrino ¡la amaron tanto…!, ¡eran tan suyos..! y vosotros todos… ¡Santaella de mi alma!

Muchas gracias por vuestra buena voluntad. He de decir, como os podéis imaginar, que no soy amiga de homenajes, no soy partidaria de estas cosas, pero, sobre todo, sobre todo, es que yo no me sentí, ni me siento nunca ausente, porque de hecho no lo soy. Y… ¿sabéis por qué?... Porque aunque esté fuera, donde sea, siempre, siempre, siempre, llevo a Santaella en mi corazón. Cómo será, que siempre, siempre que duermo, sueño en Santaella. Me explico: Siempre que duermo, sueño. ¡Y sueño hasta en color, que creo es como más se descansa! Luego descanso también en Santaella. Y todo lo que sueño ¡todo me sucede en Santaella (anteanoche estuve en el Llanete de la Bomba).Que me digan a mí si eso es ausencia. Y eso, desde siempre. Cuando vivía aquí y cuando por motivos que todos sabéis, me fui. Y sigo. Y es que llevo a mi pueblo tan en mi corazón que eso no me lo puede quitar nadie ni nada.

Y quiero todavía más a Santaella porque hay en ella cosas que no me gustan, que no las voy a decir, pero que quien vea y sienta como yo, que hay muchos, las sabe bien.

No me gustan, porque no me parecen buenas. Pero entiendo que quien las hace, o las dispone, o… ¡qué sé yo!, las permite…no saben lo que hacen, por lo cual, ni culpa tienen. Y eso es lo que me hace quererla más todavía.

Me duele y quiero que lo sepáis, que hice mi carrera para entregar mi vida por Santaella en Santaella. Por ella estudié a mis 22 años, y … ¡le fallé! Por motivos que no voy a exponer ahora aquí, que no hacen al caso. ¡Y con qué gusto hubiera gastado mi vida en ella! Pero Dios quiso otro camino y aunque fuera de ella, la di por ella. Y aquí sigo y seguiré mientras Dios no lo remedie.

Sí tengo que añadir, que mientras Él quiera, seguiré haciendo lo que pueda, y que estoy al servicio de mi pueblo en todo lo que aún me quede de vida, ya poca, y que os quiero a todos con toda mi alma, y que de mi corazón no dejará de salir cada día una oración por mi pueblo. Y…que muchas, muchas, muchísimas gracias a todos, a todos, a todos.

Y, bueno, permitirme terminar con una sencilla pero sentida poesía mía que se publicó en la revista de feria del año 1,978. Se titula: SENTIMIENTOS.

Cándida Arroyo del Moral

Sentimientos
C.A. del M.

¡Santaella!
A pesar de amarte tanto
nunca dialogué contigo
cómo te llevo por dentro…
Y no sé lo que es un canto.
Si un canto fuera el amor,
si un canto fuera el dolor,
si un canto fuera el sentir…
¡Yo te canto, Santaella,
adorada patria mía!
Pues por ti siento el AMOR
más grande que darse puede.
Por ti SUFRO y por ti LLORO
cuando tus yerros percibo…
Por ti SIENTO tan profundo
que no habría nada en el mundo
ni por fuera ni por dentro
que me arrancara del alma
eso que por ti yo siento.
¡Santaella!
¡Yo por ti daría mi vida!
¿Nadie dijo nunca esto?
Pues yo te lo digo ahora.
Y si Dios no “lo remedia”
he de darla gota a gota…
en el silencio, en tu olvido,
¡en tu desprecio, si topa!...
Pero para mí eres MADRE.
Y una madre vale mucho,
y se ama…
y se siente…
y por ella si precisa,
por remediar su dolor, si eres hijo
¡das la vida!
¡Santaella! ¡¡Patria mía!!



¡ GRACIAS!

Doy las gracias en primer lugar al Excmo. Ayuntamiento, a la Hermandad de Ausentes y a la Hermandad de Mª Stma. de la Soledad por fijarse en una santaellana normal y corriente que no tiene más mérito que ése : ser santaellana y haber recibido muchas cosas de una familia santaellana ,de unos amigos santaellanos, de unos profesores santaellanos, de unos alumnos santaellanos , de unos vecinos santaellanos, de mis catequistas y de mis catequizados santaellanos…y…sobre todo… ¡ cómo olvidarlo!, de mi Parroquia santaellana!

Todo esto ha hecho de mí lo que soy, pues incluso lo que he recibido fuera ha sido gracias a que siempre había detrás personas de Santaella que me querían, me apoyaban y que me esperaban cuando volvía. Y lo que “gratis he recibido, llamada estoy a darlo gratis”: y de ahí mi amor a mi pueblo y a los mios.

Recuerdo que en los años que estudiaba en Madrid, días antes de coger el tren para irme, ya empezaba a sentir una especie de cansancio inexplicable, hasta que descubrí que a mi oído le pesaban tantas letras como tenía que oír frente a la ligereza de nuestro “andaluz santaellano” . En cambio, al volver, me sentía ya en mi tierra sólo al oír en el tren alguna saeta que venía no sé de qué radio…

Donde quiera que estuviera o esté estos días de Semana Santa, en mi corazón están presentes los que me faltan. Siempre sentí una fuerza especial para venir el Miércoles Santo y, junto a mi madre en la puerta de casa, mirar y rezar el credo ante su Señor. En Él, después de morir ella, he descubierto un especial brillo de amor en sus ojos y pienso : ella me dejó la mejor herencia: el amor del inocente que quiso dar su vida por nosotros.

Jueves Santo, desfile…, capas y capiruchos de variados colores…, nazarenos ligeros en el andar…, niños alegres corriendo detrás… y... todos juntos a la Iglesia y ante el Monumento rezar…

Y el Viernes Santo: el amanecer…, Jesús Nazareno…, mi padre…; la Soledad…, mi hermano…, mi sobrino… La una, las dos… mi madre y mi hermana pendientes de ellos están…Ya entra la Soledad en la Iglesia…

Ahora toca descansar…

Y ya, en el silencio de la noche, el Sepulcro y María detrás, sin palio…, manto negro… sin estrellas… Filas de nazarenos erguidos con sus cirios encendidos acompañando el dolor de la Madre en su Soledad…Se oye el Miserere …

Los recuerdos quedan guardados en el corazón…Lejos de aquí, sentí por primera vez el dolor de ver sufrir y luego perder a quién quería. Pero también Dios me regalaba el consuelo: “Un mandamiento Nuevo os doy: que os ameis unos a otros como yo os amo.”

También pasé muchos años lejos en los días de feria, pero mi yo entero estaba aquí, en mi pueblo, en el Valle, resonando en mis oídos y en mi corazón el canto “Nuestras voces a coro elevemos...” o “Los ausentes patrona del Valle vienen a alabarte con fe y devoción…”

Lo que se siente estos días (con la piel de gallina incluida…), eso es algo que lo comprende bien todo aquél que se ha encontrado o se encuentra lejos de Santaella. Para ellos vaya mi cariño y mi recuerdo.

A mi pueblo lo he cantado, a mi pueblo lo he llorado, a mi pueblo lo he querido, a mi pueblo he venido y vengo siempre que puedo.

Por eso, como decía un santaellano que ya no está con nosotros pero al que hemos querido y aún recordamos, también yo digo “¡Qué desgraciados deben ser los que no tienen pueblo!”.

Finalmente no me sale mas que daros de nuevo las gracias a los que me acompañáis, a los que habéis pensado en mí y a los que habéis hecho posible este entrañable momento.

Por todo ¡GRACIAS! ¡MUCHAS GRACIAS!

Gloria Arroyo del Moral